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Hora
Santa del Mes de Enero 2003 Tema:
Llamados a formar familia Motivación
inicial:
Hace poco celebrábamos la fiesta de la Sagrada Familia. Ciertamente José, María
y Jesús son el modelo para nosotros, pero a veces nos parece que están muy
lejos de nuestra realidad. También la Iglesia nos presenta otros modelos de
familia, que también son familias santas, pero las podemos sentir más
cercanas. Un ejemplo de esas familias es aquélla conformada por Luigi y María
Beltrame Quattrochi, quienes fueron beatificados recientementes por el Papa Juan
Pablo II. Les invito a que comencemos nuestra oración agradeciéndole a Dios
por el don de la familia. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén Exposición
del Santísimo Sacramento: Recibamos
la presencia de Jesús sacramentado cantando “Dios está aquí” (N°
166).
En un momento de silencio hagámonos conscientes de estar frente a Jesús,
quien nos llama a vivir en una comunidad. Un
Par de textos Bíblicos para meditar:
Desde el inicio de la Biblia conseguimos la santidad de la llamada a vivir en
pareja para formar una familia, esta llamada queda ratificada al nacer y crecer
el Hijo de Dios dentro de una familia. Posteriormente, con su presencia en las
bodas de Caná, Jesús da sentido sacramental al matrimonio. Escuchemos algunos
de estos textos y demos gracias a Dios por nuestras propias familias. Del
libro del Génesis (1,26-28ª.31):
Dijo Dios: Hagamos al hombre a
nuestra imagen y semejanza. Que mande a los peces del mar y a las aves del
cielo, a las bestias, a las fieras salvajes y a los reptiles que se arrastran
por el suelo”. Y creó Dios al hombre a su imagen. A imagen de Dios lo creó.
Macho y hembra los creó. Dios los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos y
multiplíquense. Llenen la tierra y sométanla”. Y así fue. Vio Dios que todo
cuanto había hecho era muy bueno. Y atardeció y amaneció el día sexto.
Meditemos en un momento de silencio cómo estamos viviendo la realidad de ser hombres y mujeres creados a imagen y semejanza de Dios. ¿Cómo es el trato que tenemos con las personas del sexo opuesto? Del evangelio de Lucas (2,33 Su padre y su madre estaban maravillados por todo lo que decía Simeón del niño. Simeón los felicitó y, después, dijo a María, su madre: “Mira, este niño debe ser causa tanto de caída como de resurrección para la gente de Israel. Será puesto como una señal que muchos rechazarán y a ti misma una espada te atravesará el alma. Pero en eso los hombres mostrarán claramente lo que sienten en sus corazones”. Una vez que cumplieron todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía, se desarrollaba y estaba lleno de sabiduría. Y la gracia de Dios estaba en él. Como respuesta a esta lectura cantemos María en el trabajo (En el trabajo de cada día... Nº 313) Pregunta para meditar: ¿Cómo estamos viviendo la realidad de nuestra familia? Salmo (127): Se puede hacer el responsorio o cantar el coro de “constrúyenos la casa, Nº57; también se puede cantar completo el Nº 57 en lugar de recitarlo. R: Constrúyenos la casa, danos tu herencia.
Si el Señor no construye el edificio, En vano se fatigan los obreros; Si el Señor no protege la ciudad, En vano monta guardia el centinela. En vano te levantas tan temprano Y te acuestas tan tarde, Y en procurar el pan tanto te afanas, Pues él lo provee a los que ama, Incluso mientras duermen. Son los hijos regalo del Señor, Es el fruto del vientre, premio suyo; Como flechas en manos del guerrero Son los hijos de la juventud. Feliz el hombre que con tales flechas Ha llenado su aljaba, Pues no quedará avergonzado al litigar En la puerta de la ciudad con su enemigo. Meditación
sobre algunos textos de la Exhortación Apostólica “Familiaris Consortio”:
Vamos a utilizar una pequeña parte de la introducción de la exhortación apostólica
del Papa Juan Pablo II para meditar sobre la importancia de la familia.
LA FAMILIA, en los
tiempos modernos, ha sufrido quizá como ninguna otra institución, la acometida
de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la
cultura. Muchas familias viven esta situación permaneciendo fieles a los
valores que constituyen el fundamento de la institución familiar. Otras se
sienten inciertas y desanimadas de cara a su cometido, e incluso en estado de
duda o de ignorancia respecto al significado último y a la verdad de la vida
conyugal y familiar. Otras, en fin, a causa de diferentes situaciones de
injusticia se ven impedidas para realizar sus derechos fundamentales. (Nº1).
La Iglesia, iluminada por la fe, que le da a conocer toda la verdad
acerca del bien precioso del matrimonio y de la familia y acerca de sus
significados más profundos, siente una vez más el deber de anunciar el
Evangelio, esto es, la «buena nueva», a todos indistintamente, en particular a
aquellos que son llamados al matrimonio y se preparan para él, a todos los
esposos y padres del mundo. Está
íntimamente convencida de que sólo con la aceptación del Evangelio se realiza
de manera plena toda esperanza puesta legítimamente en el matrimonio y en la
familia. Queridos
por Dios con la misma creación,(3) matrimonio y familia están internamente
ordenados a realizarse en Cristo(4) y tienen necesidad de su gracia para ser
curados de las heridas del pecado(5) y ser devueltos «a su principio»,(6) es
decir, al conocimiento pleno y a la realización integral del designio de Dios. En
un momento histórico en que la familia es objeto de muchas fuerzas que tratan
de destruirla o deformarla, la Iglesia, consciente de que el bien de la sociedad
y de sí misma está profundamente vinculado al bien de la familia,(7) siente de
manera más viva y acuciante su misión de proclamar a todos el designio de Dios
sobre el matrimonio y la familia, asegurando su plena vitalidad, así como su
promoción humana y cristiana, contribuyendo de este modo a la renovación de la
sociedad y del mismo Pueblo de Dios. (Nº3). Para
meditar: ¿Cómo vives tu compromiso en tu famila? ¿Es tu familia Evangelizada
y Evangelizadora? ¿Cómo se nota eso? ¿Sientes que tu familia es parte
importante de la Iglesia?
(Sigue un momento de silencio)
Damos gracias al Señor cantando “El amor es nuestro canto” (N°
167) (Luego
de un momento de silencio se repite el canto “El amor es nuestro canto”
(N° 167) Un
Testimonio de Vida:
Los esposos Quattrocchi son ejemplo de compromiso cristiano en pleno siglo XX.
Luigi fue un reconocido abogado y político italiano, mientras que María fue
ama de casa y se dedicó a la catequesis de su parroquia. Ambos son testimonio
de vida cristiana para todos nosotros. Escuchemos las palabras del Papa sobre
ellos:
Queridos hermanos y hermanas, amadísimas familias, hoy nos hemos dado
cita para la beatificación de dos esposos: Luis y María Beltrame
Quattrocchi. Con este solemne acto eclesial queremos poner de relieve un
ejemplo de respuesta afirmativa a la pregunta de Cristo. La respuesta la dan
dos esposos, que vivieron en Roma en la primera mitad del siglo XX, un
siglo durante el cual la fe en Cristo fue sometida a dura a prueba. También en
aquellos años difíciles los esposos Luis y María mantuvieron encendida la
lámpara de la fe -lumen Christi- y la transmitieron a sus cuatro
hijos, tres de los cuales están presentes hoy en esta basílica. Queridos
hermanos, vuestra madre escribió estas palabras sobre vosotros: "Los
educábamos en la fe, para que conocieran a Dios y lo amaran" (L'ordito
e la trama, p. 9). Pero vuestros padres también transmitieron esa llama
viva a sus amigos, a sus conocidos y a sus compañeros. Y ahora, desde el
cielo, la donan a toda la Iglesia (...)
No podía haber ocasión más feliz y más significativa que esta
para celebrar el vigésimo aniversario de la exhortación apostólica "Familiaris
consortio". Este documento, que sigue siendo de gran actualidad, además de ilustrar
el valor del matrimonio y las tareas de la familia, impulsa a un compromiso
particular en el camino de santidad al que los esposos están llamados en virtud
de la gracia sacramental, que "no se agota en la celebración del
sacramento del matrimonio, sino que acompaña a los cónyuges a lo largo de toda
su existencia" (Familiaris
consortio, 56). La
belleza de este camino resplandece en el testimonio de los beatos Luis y María,
expresión ejemplar del pueblo italiano, que tanto debe al matrimonio y a la
familia fundada en él. Estos
esposos vivieron, a la luz del Evangelio y con gran intensidad humana, el
amor conyugal y el servicio a la vida. Cumplieron con plena responsabilidad
la tarea de colaborar con Dios en la procreación, entregándose generosamente a
sus hijos para educarlos, guiarlos y orientarlos al descubrimiento de su
designio de amor. En este terreno espiritual tan fértil surgieron vocaciones al
sacerdocio y a la vida consagrada, que demuestran cómo el matrimonio y la
virginidad, a partir de sus raíces comunes en el amor esponsal del Señor, están
íntimamente unidos y se iluminan recíprocamente.
Peticiones:
Oremos a Dios nuestro Padre pidiéndoles a Jesucristo que sea nuestro
intercesor frente a Él. A cada invocación contestamos:
Ayúdanos,
Señor.
Pidamos al Señor por la Iglesia, para que sea verdadero testimonio de
santidad y acoja a todos los matrimonios en su seno. Oremos.
Pidamos a Dios por los jóvenes que viven su etapa de noviazgo, para que
puedan descubrir la grandeza del llamado de Dios para formar una familia y se
preparen dignamente para ello. Oremos.
Para que existan santos sacerdotes, es necesario que haya familias
santas. Por eso pidamos a Dios para que las familias favorezcan las vocaciones a
la vida consagrada y sacerdotal. Oremos.
Por la paz en Venezuela. Para que en este momento tan difícil de nuestra
historia las distintas partes puedan escucharse y lograr soluciones pacíficas
al conflicto. Oremos
(Intenciones libres)
Señor Jesucristo, tú nos has enseñado que debemos vivir como hermanos,
por eso nos unimos a tu oración continua diciendo (cantando): Padre
nuestro... Oración:
Señor Jesucristo, tú nos invitas
a que colaboremos para
que se realice tu Reino. Tú
sabes cuánto necesitamos, sobre todo ahora,
personas que nos guíen según tu
Espíritu,
que anuncien tu palabra y compartan
tu pan.
Rezamos por nosotros mismos y por toda la Iglesia,
para que podamos crear en nuestras
comunidades cristianas
aquel ambiente en el cual todos
encuentren
ánimo e inspiración para
arriesgar su vida por ti y por tu Reino,
para poner toda su vida a tu
servicio y al de su prójimo.
Sé tú, Señor, su fuerza y su confianza,
para vivir de manera sencilla, fiel
y servicial,
con tu mismo espíritu.
Haz que entre nosotros vivan una verdadera fe, esperanza y caridad,
para que experimentemos, llenos de
alegría,
que tú eres nuestro Salvador,
ahora y por siempre.
Amén. Bendición
final:
Oremos. Concédenos,
Señor y Dios nuestro, a
los que creemos y proclamamos
que Jesucristo,
el mismo que por nosotros nación
de la Virgen María
y murió en la cruz,
está presente en el Sacramento,
bebamos de esta divina fuente
el don de la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor. (Luego
de la bendición se puede terminar cantando el mismo canto del inicio: “Dios
está aquí”, N° 166) |
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